Playas de fina arena, palmeras suavemente reclinadas, un sol de justicia y un mar de cálidas aguas es lo que todo el mundo asume al pensar en Punta Cana. Sin embargo, un paraíso así sólo es posible disfrutarlo durante una excursión a isla Saona. La primera parada de nuestro crucero por el Caribe con Pullmantur, fué en la Romana, por lo que nuestro destino estaba claro: realizaríamos por tercera vez en Punta Cana la excursión a Isla Saona.
Dicen que segundas (en este caso tercera) partes nunca superan a la primera, pero tras nuestra excursión a Isla Saona acompañados de nuestra peque, estamos en desacuerdo con esa afirmación. Siempre decimos que ver el mundo a través de los ojos de un niño es una aventura fascinante, algo que Paco dejó patente cuando me dijo: “Mira que me divertí la otra vez, pero ésta ha sido mucho mejor”, viendo como se lo estaba pasando Helia. Sobran más comentarios.
Nuestro primer contacto para realizar la excursión a Isla Saona fué con el Capitán Gringo con el que la habíamos realizado en la anterior ocasión que estuvimos en Punta Cana. El precio que nos dió fue de 55$, que teniendo en cuenta las pocas hora de las que disponíamos (menos de 5 horas) nos pareció demasiado caro.
Un grupo formado por viajeros que iban a realizar el Crucero Caribe Tropical con Pullmantur en nuestras mismas fechas habían contactado con Sara de Bahahibe Fishing Centre y nos unimos a ellos. Sara nos tarifó todos los elementos de la excursión de forma independiente:
Lo que al final daba un resultado de 33$ los adultos y 30$ los niños pequeños de 3 años. Precio imbatible que no dudamos en aceptar.
Tras realizarle una transferencia del depósito que nos solicitó, nos envió la confirmación con todos los horarios e indicaciones.
Llegamos al puerto más tarde de lo previsto, algo extraño ya que nuestro barco venia desde Santo Domingo y había tenido suficientes horas para navegar un tramo tan pequeño.
Una vez reunido el grupo de 30 personas nos encaminamos a la parada de taxis donde con cartel en mano nos esperaba nuestro transfer.
Recorrimos el trayecto que nos separaba del puerto de Bayahibe y una vez allí conocimos a Sara. Ella misma iba a darnos el tour. Nos montamos en la barca siguiendo sus indicaciones: familias con niños detrás y todos con el chaleco salvavidas puesto.
Comenzamos a surcar las cristalinas aguas y a disfrutar de un espléndido día donde el mar se tornaba turquesa hasta casi el horizonte.
Fuimos directos al pueblo de Mano Juan en Isla Saona, donde teníamos previsto estar gran parte del tiempo.
Antes de llegar paramos en el “Viejo muelle” donde dimos pan a millares de peces de colores y aves. Helia se apresuraba a tirar grandes trozos y reía al ver como diminutos peces devoraban su presa en segundos.
Una vez en el pueblo Mano Juan nos encaminamos a un pequeño santuario de tortugas llevado por “el negro” (su apodo), donde nos mostró la gran labor que realizaba sin contar con financiación externa ni grandes medios. Se encargaba de proteger los huevos de las tortugas hasta que eclosionaban, llevando un registro de donde los recogía, para una vez eclosionados devolver al mar a las tortuguitas en el mismo lugar donde los había depositado su madre, para que en el futuro regresaran a ese mismo lugar a poner sus propios huevos manteniendo su ciclo vital.
Aquí es recomendable usar los repelentes para mosquitos pues en apenas pocos minutos picaron a muchas de las personas del grupo (sobre todo en las piernas).
El pueblo basa su economía fundamentalmente en la pesca y ahora un poco en el turismo por lo que ya había montado los típicos puestos de artesanía local.
Regresamos a la playa para darnos un buen baño en tan agradables aguas. Mientras Sara preparó un picnic delicioso: piña local extradulce, bizcocho casero y una buena dosis de vitamina R a cuenta de un Brugal añejo.
Allí permanecimos durante una hora que pareció un solo instante, ¡qué rápido corre el tiempo cuando te lo estás pasando bien!, y de nuevo al barco para la siguiente parada: Manglares y “El Palito”, un gran tronco de árbol arrastrado por las lluvias a una zona algo lejana de la línea costera que había sido reclamado por las aves.
Última parada del día en una preciosa piscina natural con cientos de estrellas de mar y un brindis final de vitamina R para despedir tan fantástica excursión.
Regresamos al puerto de Bayahibe y allí nuestro transfer nos llevó directos al puerto de La Romana, donde se encontraba nuestro barco, en el horario previsto.
La única parte mala de esta excursión a Isla Saona fueron las escasas horas de las que disponíamos, en todo lo demás fue una experiencia maravillosa orquestada por una anfitriona de lujo. Sara hizo que pasáramos un día fabuloso a un precio inigualable y controlando perfectamente los tiempos para que aprovecháramos al máximo nuestra corta estancia en el paraíso que es Saona. Sólo nos quedó despedirnos de ella con la promesa de regresar con más horas y con paquete de pipas en mano (le encantan!).
Dicen que segundas (en este caso tercera) partes nunca superan a la primera, pero tras nuestra excursión a Isla Saona acompañados de nuestra peque, estamos en desacuerdo con esa afirmación. Siempre decimos que ver el mundo a través de los ojos de un niño es una aventura fascinante, algo que Paco dejó patente cuando me dijo: “Mira que me divertí la otra vez, pero ésta ha sido mucho mejor”, viendo como se lo estaba pasando Helia. Sobran más comentarios.
Excursión en Isla Saona, la mejor tercera vez de Punta Cana
Nuestro primer contacto para realizar la excursión a Isla Saona fué con el Capitán Gringo con el que la habíamos realizado en la anterior ocasión que estuvimos en Punta Cana. El precio que nos dió fue de 55$, que teniendo en cuenta las pocas hora de las que disponíamos (menos de 5 horas) nos pareció demasiado caro.
Un grupo formado por viajeros que iban a realizar el Crucero Caribe Tropical con Pullmantur en nuestras mismas fechas habían contactado con Sara de Bahahibe Fishing Centre y nos unimos a ellos. Sara nos tarifó todos los elementos de la excursión de forma independiente:
- Lancha con capacidad para 30 personas: 470$
- Traslados desde La Romana a Bayahibe: 90$ una van para 10 personas
- Snacks: 5$ por persona
- Entrada a la Reserva de Isla Saona: 3$ (los menores de 3 años no pagaban)
Lo que al final daba un resultado de 33$ los adultos y 30$ los niños pequeños de 3 años. Precio imbatible que no dudamos en aceptar.
Tras realizarle una transferencia del depósito que nos solicitó, nos envió la confirmación con todos los horarios e indicaciones.
Disfrutando de Isla Saona
Llegamos al puerto más tarde de lo previsto, algo extraño ya que nuestro barco venia desde Santo Domingo y había tenido suficientes horas para navegar un tramo tan pequeño.
Una vez reunido el grupo de 30 personas nos encaminamos a la parada de taxis donde con cartel en mano nos esperaba nuestro transfer.
Recorrimos el trayecto que nos separaba del puerto de Bayahibe y una vez allí conocimos a Sara. Ella misma iba a darnos el tour. Nos montamos en la barca siguiendo sus indicaciones: familias con niños detrás y todos con el chaleco salvavidas puesto.
Comenzamos a surcar las cristalinas aguas y a disfrutar de un espléndido día donde el mar se tornaba turquesa hasta casi el horizonte.
Fuimos directos al pueblo de Mano Juan en Isla Saona, donde teníamos previsto estar gran parte del tiempo.
Antes de llegar paramos en el “Viejo muelle” donde dimos pan a millares de peces de colores y aves. Helia se apresuraba a tirar grandes trozos y reía al ver como diminutos peces devoraban su presa en segundos.
Una vez en el pueblo Mano Juan nos encaminamos a un pequeño santuario de tortugas llevado por “el negro” (su apodo), donde nos mostró la gran labor que realizaba sin contar con financiación externa ni grandes medios. Se encargaba de proteger los huevos de las tortugas hasta que eclosionaban, llevando un registro de donde los recogía, para una vez eclosionados devolver al mar a las tortuguitas en el mismo lugar donde los había depositado su madre, para que en el futuro regresaran a ese mismo lugar a poner sus propios huevos manteniendo su ciclo vital.
Aquí es recomendable usar los repelentes para mosquitos pues en apenas pocos minutos picaron a muchas de las personas del grupo (sobre todo en las piernas).
El pueblo basa su economía fundamentalmente en la pesca y ahora un poco en el turismo por lo que ya había montado los típicos puestos de artesanía local.
Regresamos a la playa para darnos un buen baño en tan agradables aguas. Mientras Sara preparó un picnic delicioso: piña local extradulce, bizcocho casero y una buena dosis de vitamina R a cuenta de un Brugal añejo.
Allí permanecimos durante una hora que pareció un solo instante, ¡qué rápido corre el tiempo cuando te lo estás pasando bien!, y de nuevo al barco para la siguiente parada: Manglares y “El Palito”, un gran tronco de árbol arrastrado por las lluvias a una zona algo lejana de la línea costera que había sido reclamado por las aves.
Última parada del día en una preciosa piscina natural con cientos de estrellas de mar y un brindis final de vitamina R para despedir tan fantástica excursión.
Regresamos al puerto de Bayahibe y allí nuestro transfer nos llevó directos al puerto de La Romana, donde se encontraba nuestro barco, en el horario previsto.
La única parte mala de esta excursión a Isla Saona fueron las escasas horas de las que disponíamos, en todo lo demás fue una experiencia maravillosa orquestada por una anfitriona de lujo. Sara hizo que pasáramos un día fabuloso a un precio inigualable y controlando perfectamente los tiempos para que aprovecháramos al máximo nuestra corta estancia en el paraíso que es Saona. Sólo nos quedó despedirnos de ella con la promesa de regresar con más horas y con paquete de pipas en mano (le encantan!).
Pues te aseguro que no me importaría teletransportarme y quedarme allí unos días!!!
ResponderEliminarCon el frio que hace ahora mismo a Málaga tampoco me importaría! lo único que no podríamos dormir en Isla Saona ya que esta prohibido pernoctar salvo a los locales. Saludos Jordi!
EliminarSi que se puede dormir en Saona. Hay unas cabañas a primera linea de playa. Casa Rural el Paraiso de Saona.
EliminarGracias por la información, hasta donde yo sabia era imposible dormir en el Parque natural.
EliminarQue envidia, con el frío que tenemos en el norte. Yo he probado Capitán Gringo y genial pero es para tener en cuenta estáotra opción. Un saludo
ResponderEliminarPrueba esta opción la próxima vez ;) Aunque reconozco que Gringo nos dio una excursión en 2008 de nota! Un abrazo
EliminarAys qué rabie da tener poco tiempo en esos paraísos. Nunca he ido por el Caribe, a ver si me animo!!
ResponderEliminarYo es que soy muy de estar en el agua en paraísos como este, lo bueno de estas playas es que son muy accesibles por lo que no descarto volver próximamente ;)
EliminarHace 2 semanas que he estado con mis 2 hijos y es la mejor excusrion de todas, la recomiendo con diferencia... Nos costó 65$, algo más cara que la que comentas en tu post pero imagino que habrá subido de precio por el tiempo, además la nuestra incluye asistencia medica pues nunca se sabe,,,
ResponderEliminarBuenas Ana! Me alegro mucho que te gustara la experiencia y que os divirtierais tantos. Ten en cuenta que nuestro precio fue porque llevábamos la lancha llena y así abaratamos gastos. Saludos y me alegra saber que os gusto :)
EliminarYo he tenido la misma suerte que tu, en poder ir a la Isla Saona, ya que en mi luna de miel. Fue una de las excursiones en Punta Cana que teníamos programada y fue todo una a cierto la isla es preciosa.
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