En las Antillas francesas existe una pequeña isla montañosa llamada Martinica. A poca distancia de su capital Fort de France, se encuentra el lugar más bonito de ella: El Jardín Botánico de Balata. Con miles de plantas tropicales y decenas de colibrís, pasear por sus coloridos senderos con la visión del mar de fondo te dejará el mejor recuerdo que te puedes llevar de Isla Martinica.
La palabra difícil se quedaría corta para la experiencia “alquilar un coche en Isla Martinica”. Contactamos primero con una empresa que nos habían recomendado por precio y seguridad llamada Luxianecar. Aunque contábamos con más de un mes de antelación antes del crucero nos llevamos la desagradable sorpresa de que ya no tenían disponible ningún coche para alquilar.
Pasamos a buscar desesperadamente otra empresa y la única que nos ofreció llevar el coche al puerto fue Rapidauto Location. Tras varios emails reservamos con ellos.
El día de la reserva bajamos los primeros del crucero al puerto. Eran las 8 AM y vimos como los agentes de la empresa Luxianecar estaban allí esperando a otros pasajeros, mientras nosotros esperamos…y esperamos…a la hora decidimos llamarles por teléfono y les comentamos que tanto nosotros como otra familia estábamos en el puerto.
Media hora más tarde aparecieron pero con un solo coche, el perteneciente a la otra familia. Le enseñamos los emails de la reserva y volvió a llamar por teléfono. Tras otro buen rato llegó nuestro coche. Ampliamos el seguro dejando la franquicia a cero y emprendimos ruta no sin antes preguntarle si hacía falta rellenar el tanque de gasolina, nos indicó que lo dejáramos sin rellenar y así lo hicimos.
Tras la ruta por la isla de Martinica tuvimos un regreso un poco accidentado. Próximo al puerto, la familia de amigos que iban detrás nuestra habían disminuido considerablemente la velocidad, al parecer porque escucharon un ruido extraño en el coche y una vez en el puerto se dieron cuenta que el motivo era que una de las ruedas había perdido un tornillo, si llega a pasar un poco más lejos no hubieran podido llegar al puerto con el posible riesgo de perder el barco.
La cosa no quedo ahí, Paco encontró dos llaves de tuercas entre el capó del coche y el parabrisas. Y ya la sorpresa final llegó cuando vinieron a recoger los coches con una grúa, se ve que tenían claro que algún problema mecánico iban a tener. Un par de semanas después nos llegó la factura a casa con un cargo extra de 20 euros de gasolina. Una empresa para olvidar y jamás recomendar sin duda alguna.
Con mapa en mano y un retraso de dos horas sobre el horario previsto en la isla Martinica pasamos a nuestra primera visita del día: El famoso Jardín de Balata.
Aunque bien indicado, se encuentra algo lejos de Fort de France y cuenta con unas carreteras de intensas curvas que invitan al mareo.
Tras aparcar, llegamos a la puerta de acceso y como íbamos acompañados de otra familia amiga nos hicieron descuentos en el precio de la entrada.
Una casa colonial con pequeñas flores rellenas de dulces néctares hacían las delicias de decenas de colibrís en la entrada del Jardín de Balata.
Bajamos la escalera y comenzamos la ruta descendente por el sendero que nos conducía a través de todo tipo de árboles tropicales, helechos arborescentes y plantas herbáceas.
El Jardín de Balata cuenta con más de 3000 especies tropicales que se distribuyen a lo largo de sus largos senderos.
En la zona más baja, se encuentra un estanque con nenúfares y sapos, y desde este lugar se visualiza el mar y se obtiene una increíble perspectiva de todo el Jardín de Balata desde abajo.
Al finalizar el recorrido y regresar a la casa criolla colonial, parte del grupo fue a los puentes colgantes. Helia y yo nos quedamos disfrutando de los veloces colibrís.
El Jardín de Balata es un espectacular lugar donde pasar un buen rato aunque si tuviéramos que elegir entre el Parque Les Mamelles de Guadalupe y este, nos quedábamos con Mamelles.
Continuamos la excursión por Isla Martinica y pusimos rumbo a la playa. El camino se nos tornó muy pesado, demasiadas curvas para mi gusto. Una vez cerca del mar tardamos más de una hora en encontrar un lugar donde comer porque para suerte nuestra, la mayoría de los establecimientos locales estaban cerrados al ser festivo en la isla.
Con una hamburguesa que comimos en un pequeño puestecillo a pie de carretera y con el tiempo apurado buscamos una playa. En esta ocasión sólo encontramos una bastante normalita llena de piedras.
Alquilar un coche en Isla Martinica
La palabra difícil se quedaría corta para la experiencia “alquilar un coche en Isla Martinica”. Contactamos primero con una empresa que nos habían recomendado por precio y seguridad llamada Luxianecar. Aunque contábamos con más de un mes de antelación antes del crucero nos llevamos la desagradable sorpresa de que ya no tenían disponible ningún coche para alquilar.
Pasamos a buscar desesperadamente otra empresa y la única que nos ofreció llevar el coche al puerto fue Rapidauto Location. Tras varios emails reservamos con ellos.
El día de la reserva bajamos los primeros del crucero al puerto. Eran las 8 AM y vimos como los agentes de la empresa Luxianecar estaban allí esperando a otros pasajeros, mientras nosotros esperamos…y esperamos…a la hora decidimos llamarles por teléfono y les comentamos que tanto nosotros como otra familia estábamos en el puerto.
Media hora más tarde aparecieron pero con un solo coche, el perteneciente a la otra familia. Le enseñamos los emails de la reserva y volvió a llamar por teléfono. Tras otro buen rato llegó nuestro coche. Ampliamos el seguro dejando la franquicia a cero y emprendimos ruta no sin antes preguntarle si hacía falta rellenar el tanque de gasolina, nos indicó que lo dejáramos sin rellenar y así lo hicimos.
Tras la ruta por la isla de Martinica tuvimos un regreso un poco accidentado. Próximo al puerto, la familia de amigos que iban detrás nuestra habían disminuido considerablemente la velocidad, al parecer porque escucharon un ruido extraño en el coche y una vez en el puerto se dieron cuenta que el motivo era que una de las ruedas había perdido un tornillo, si llega a pasar un poco más lejos no hubieran podido llegar al puerto con el posible riesgo de perder el barco.
La cosa no quedo ahí, Paco encontró dos llaves de tuercas entre el capó del coche y el parabrisas. Y ya la sorpresa final llegó cuando vinieron a recoger los coches con una grúa, se ve que tenían claro que algún problema mecánico iban a tener. Un par de semanas después nos llegó la factura a casa con un cargo extra de 20 euros de gasolina. Una empresa para olvidar y jamás recomendar sin duda alguna.
Jardín de Balata, lo mejor de Isla Martinica
Con mapa en mano y un retraso de dos horas sobre el horario previsto en la isla Martinica pasamos a nuestra primera visita del día: El famoso Jardín de Balata.
Aunque bien indicado, se encuentra algo lejos de Fort de France y cuenta con unas carreteras de intensas curvas que invitan al mareo.
Tras aparcar, llegamos a la puerta de acceso y como íbamos acompañados de otra familia amiga nos hicieron descuentos en el precio de la entrada.
Una casa colonial con pequeñas flores rellenas de dulces néctares hacían las delicias de decenas de colibrís en la entrada del Jardín de Balata.
Bajamos la escalera y comenzamos la ruta descendente por el sendero que nos conducía a través de todo tipo de árboles tropicales, helechos arborescentes y plantas herbáceas.
El Jardín de Balata cuenta con más de 3000 especies tropicales que se distribuyen a lo largo de sus largos senderos.
En la zona más baja, se encuentra un estanque con nenúfares y sapos, y desde este lugar se visualiza el mar y se obtiene una increíble perspectiva de todo el Jardín de Balata desde abajo.
Al finalizar el recorrido y regresar a la casa criolla colonial, parte del grupo fue a los puentes colgantes. Helia y yo nos quedamos disfrutando de los veloces colibrís.
El Jardín de Balata es un espectacular lugar donde pasar un buen rato aunque si tuviéramos que elegir entre el Parque Les Mamelles de Guadalupe y este, nos quedábamos con Mamelles.
Continuamos la excursión por Isla Martinica y pusimos rumbo a la playa. El camino se nos tornó muy pesado, demasiadas curvas para mi gusto. Una vez cerca del mar tardamos más de una hora en encontrar un lugar donde comer porque para suerte nuestra, la mayoría de los establecimientos locales estaban cerrados al ser festivo en la isla.
Con una hamburguesa que comimos en un pequeño puestecillo a pie de carretera y con el tiempo apurado buscamos una playa. En esta ocasión sólo encontramos una bastante normalita llena de piedras.
Nos dimos un breve chapuzón en sus calentitas aguas y partimos de regreso al barco. Los incidentes a primera hora con el coche de alquiler y el mal estado de las carreteras habían dificultado que disfrutáramos más de la pequeña Isla Martinica. Nos quedamos con el recuerdo del precioso Jardín de Balata y sus decenas de colibrís revoloteando.
Preciosos los colibríes, qué foto más chula y el puente colgante me encanta. La empresa de coches vaya tela, se aprovecharán de que hay pocas, vaya jeta. Un abrazote :)
ResponderEliminarGracias Pepa! A los colibríes ya sabes tu que no hay quien los pille! Un abrazo
EliminarPrecioso paisaje de un lugar que aun no conozco! Veo que la mami se sacrificó por Helia y no fue a los puentes! Aixxx!!!!
ResponderEliminarBueno no te creas que fue tanto sacrificio que la mami tiene vértigo :) Saludos y espero que te hayan gustado todas las paradas del crucero ;)
EliminarQué preciosidad Vero, me encanta!
ResponderEliminarBesos
Un lugar muy bonito y relajante, un jardín colgante muy cuidado. Un abrazo
EliminarBuah, cuando haga un paréntesis en el curro o me cambie de ciudad me gustaría recorrerme las Antillas... ¡¡Vaya paisajes!!
ResponderEliminarLlévame contigo!! Me encantaría visitar el resto de las islas...Santa Lucia y Puerto Rico los tengo en el punto de mira. Saludos Joaquin
EliminarA nosotros los jardines de Balata nos encantaron, luego seguimos hacia Le Morne Rouge y Saint Pierre. La próxima vez iremos por el otro lado de la isla, y espero que no sea dentro de mucho! Besos
ResponderEliminarBueno a nosotros también nos gustaron mucho, pero no fue una isla que nos apasionara. Guadalupe en cambio si que nos dejo sin palabras y a la que algún día volveremos. Saludos Lucia!
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