Considerada una de las siete maravillas del mundo natural, la Gran Barrera de Coral Australiana puede presumir de ser el único organismo vivo que se ve desde el espacio. Sus colonias de corales albergan una de las mayores biodiversidades de la tierra, es por ello, que es uno de esos lugares que hay que ver antes de morir. Si viajas a Australia, la Gran Barrera de Arrecife es tu destino.
Inscrita en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, la Gran Barrera es el mayor arrecife de coral del mundo. Situado en la costa de Queesnland en Australia, alcanza una longitud de 2600 kms lo que la convierte en el ser milenario más grande del mundo y aún más: es visible desde el espacio, cosa que ni la Gran Muralla China consigue.
Actualmente debido a la contaminación de los mares, al cambio climático y a la pesca indiscriminada; está gravemente dañada, sufriendo una disminución en su tamaño y afectando al ecosistema creado en su entorno.
En ella, aparte de corales, moluscos, tiburones y miles de especies más, habitan dos en peligro de extinción: la Tortuga verde y el Dugongo o sirena de mar que pudimos ver pastando lechugas en el Sealife de Sidney.
Al igual que todas las demás reservas de excursiones que realizamos en Australia, contratamos la excursión a la gran barrera de Coral con María, gaditana afincada en Cairns y dueña de la empresa Cairns Unlimited. Por atención y por precio os invito a contactar con ella para vuestro viaje a Australia. En esta ocasión no sólo realizó la reserva, sino que nos alquiló una cámara fotográfica Canon con su carcasa acuática con la cual pudimos inmortalizar uno de nuestros mejores momentos viajeros.
Precio: 400 AUD por persona en cabina doble con baño privado. Incluía material para snórkel y las comidas. Actualmente el precio del mismo paquete es de 490 AUD (según la pagina de la empresa).
La empresa con la que realizamos la excursión fue: Deep Sea Divers Den
A la hora indicada, nos recogieron en el hotel y nos trasladaron a la agencia para terminar de abonar la excursión y partir al muelle. En él, subimos a bordo de nuestro catamarán.
Durante más de una hora y media, navegamos en el catamarán para llegar a la zona exterior de la barrera de coral australiana. El vaivén de las olas hacia que los mareos propios de la navegación estuvieran presentes.
Llegamos a la primera parada del día para hacer snórkel y todos nos vestimos con los trajes de neopreno. Yo no comprendía porque había que ponérselo ya que la temperatura del agua era muy buena y para los que sólo íbamos a realizar snórkel no lo veía necesario.
Los monitores me explicaron que era como sistema de protección a los temibles Jellyfish, medusas gigantes endémicas de la zona y tremendamente venenosas (tienen una toxina neurotóxica que puede provocar la muerte) y también dieron indicaciones de cómo actuar ante un encuentro casual con ellas y para un posible rescate en el caso de agobiarnos por algún motivo.
Nos lanzamos al agua y una vez metí la cabeza bajo el agua el amor a primera vista surgió, antes mis ojos el gran reino del coral se extendía hasta el infinito y mas allá. Con todos los colores del arcoíris, las plataformas de coral de curiosas formas se diseminaban kilómetros.
Hubo un momento en el que perdí el contacto visual con Paco, tan alucinada estaba con el coral que no me había dado cuenta de que habían tenido que rescatarlo. La explicación de su agobio acuático fue derivada por el traje de neopreno, de una talla menos, le asfixiaba cada vez que nadaba dejándolo sin respiración. Este suceso le marcó, de forma que ya no quiso volver a realizar ninguna inmersión más.
Una vez de regreso del baño, el catamarán siguió su curso hasta llegar al barco donde dormiríamos esa noche.
Tras embarcar nos dirigimos a nuestro camarote, habíamos reservado una individual con baño privado. Se encontraba en la proa del barco. Todos a bordo y partimos rumbo a otra plataforma de coral. La mayoría de los viajeros que se encontraban en el barco realizaban submarinismo, yo seguí prefiriendo la superficie encontrándome en soledad durante mis largas horas de snórkel.
Algunas plataformas de coral de esta parte de la barrera asomaban incluso fuera del mar haciendo difícil la exploración de la zona ya que no quería ponerme de pie para no romper ninguna pieza de tan preciado tesoro marino y teniendo que “meter tripa” y aguantar la respiración para poder pasar algunos tramos.
En ese momento de silencio, me alejé de la plataforma para contemplarla desde la distancia, me sentí volar sobre el mar ya que bajo mis pies sólo se encontraba un vacío azul oscuro que me hacia intuir que la zona tenía una profundidad superior a 100 metros, una felicidad absoluta me embargó.
Con los últimos rayos de sol regresé al barco. Disfrutamos de un atardecer precioso en uno de los entornos más mágicos que existen en el mundo.
Tras la cena a base de hidratos de carbono, los submarinistas pudieron disfrutar de la última inmersión del día a la luz de la luna.
Provistos de linternas bajaron al corazón de la gran barrera de coral perdiéndose en las negras aguas. Mientras nosotros observábamos algunos reflejos lunares y la débil luz de sus linternas alejándose del barco.
Junto a la plataforma de subida y bajada del barco, uno de los guías alimentaba a todas las especies nocturnas que se acercaban en busca de algún trozo de pan duro.
Tras contemplar el pequeño hervidero de peces nos retiramos a nuestro camarote ya que un largo y duro día nos esperaba a la mañana siguiente.
Durante la noche el barco navegó hacia otra zona y con las primeras luces del día algunos ya estábamos en el agua. En esta ocasión si estuve acompañado de algunos compañeros más que habían declinado la inmersión en pro de la exploración con el Snórkel.
La siguiente plataforma de coral se situaba más lejos del barco que las anteriores y tuve que nadar un buen trayecto. En esta ocasión, encontré algo más que coral: bandadas de peces casi me rodeaban. Exploré la zona todo el tiempo del que dispuse y regresé al barco.
La marea agitaba el barco que se balanceaba con demasiada fuerza, resultándome muy difícil subir a él y peligrando en un momento mi cabeza cuando la plataforma de subida estuvo a punto de impactar sobre mí.
Una vez arriba Paco me contó que durante mi excursión “no había estado sola” parece ser que una aleta de tiburón anduvo cerca de mí a distancia poco prudencial. Paco alarmado fue corriendo a avisar a la tripulante que nos vigilaba, estuvieron observándolo y parece ser que se alejó de mí sin catarme. También me mostró la imagen de una tortuga verde que había salido a la superficie.
El barco volvió a emprender la navegación y llegamos al punto de encuentro del día anterior donde nos subimos al catamarán que nos llevó de vuelta a tierra en unos 90 minutos.
Mientras nos alejábamos sólo podía pensar que dos días no habían sido suficientes para disfrutar de la gran barrera de coral australiana.
Al llegar al hotel lo primero que hice fue llamar a María para ver si en nuestra última mañana libre en Cairns podía conseguirnos alguna excursión que sobrevolara la barrera en un último intento de contemplarla desde el aire y despedirme de ella. Con tan poca antelación, nos encontramos con todo reservado. La próxima vez será…
Si queréis más información sobre la Gran barrera de coral en Australia podéis consultar su página oficial.
QUÉ ES LA GRAN BARRERA DE CORAL AUSTRALIANA
Inscrita en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, la Gran Barrera es el mayor arrecife de coral del mundo. Situado en la costa de Queesnland en Australia, alcanza una longitud de 2600 kms lo que la convierte en el ser milenario más grande del mundo y aún más: es visible desde el espacio, cosa que ni la Gran Muralla China consigue.
Actualmente debido a la contaminación de los mares, al cambio climático y a la pesca indiscriminada; está gravemente dañada, sufriendo una disminución en su tamaño y afectando al ecosistema creado en su entorno.
En ella, aparte de corales, moluscos, tiburones y miles de especies más, habitan dos en peligro de extinción: la Tortuga verde y el Dugongo o sirena de mar que pudimos ver pastando lechugas en el Sealife de Sidney.
EXCURSIÓN A LA GRAN BARRERA DE ARRECIFE DE CORAL AUSTRALIANA
Al igual que todas las demás reservas de excursiones que realizamos en Australia, contratamos la excursión a la gran barrera de Coral con María, gaditana afincada en Cairns y dueña de la empresa Cairns Unlimited. Por atención y por precio os invito a contactar con ella para vuestro viaje a Australia. En esta ocasión no sólo realizó la reserva, sino que nos alquiló una cámara fotográfica Canon con su carcasa acuática con la cual pudimos inmortalizar uno de nuestros mejores momentos viajeros.
Precio: 400 AUD por persona en cabina doble con baño privado. Incluía material para snórkel y las comidas. Actualmente el precio del mismo paquete es de 490 AUD (según la pagina de la empresa).
La empresa con la que realizamos la excursión fue: Deep Sea Divers Den
ITINERARIO DE LA EXCURSIÓN DE DOS DÍAS Y UNA NOCHE EN LA GRAN BARRERA DE CORAL
DÍA 1
- 7:45am recogida en su alojamiento de la ciudad
- 8:00 Traslado en catamarán durante 90 minutos a la parte exterior de la Barrera de Coral
- Realización de 2 paradas para inmersiones o snórkel
- 14:30 Desembarco del catamarán e ingreso en el barco
- Tarde y noche de buceo y snórkel. Almuerzo, cena y alojamiento incluido.
DÍA 2
- Desayuno y tiempo para Snórkel y Buceo.
- 15:00 Embarco en el catamarán y regreso a Cairns.
- Llegada al hotel aproximadamente a las 17:00
NUESTRA EXCURSIÓN A LA GRAN BARRERA DE CORAL AUSTRALIANA
A la hora indicada, nos recogieron en el hotel y nos trasladaron a la agencia para terminar de abonar la excursión y partir al muelle. En él, subimos a bordo de nuestro catamarán.
Durante más de una hora y media, navegamos en el catamarán para llegar a la zona exterior de la barrera de coral australiana. El vaivén de las olas hacia que los mareos propios de la navegación estuvieran presentes.
Llegamos a la primera parada del día para hacer snórkel y todos nos vestimos con los trajes de neopreno. Yo no comprendía porque había que ponérselo ya que la temperatura del agua era muy buena y para los que sólo íbamos a realizar snórkel no lo veía necesario.
Los monitores me explicaron que era como sistema de protección a los temibles Jellyfish, medusas gigantes endémicas de la zona y tremendamente venenosas (tienen una toxina neurotóxica que puede provocar la muerte) y también dieron indicaciones de cómo actuar ante un encuentro casual con ellas y para un posible rescate en el caso de agobiarnos por algún motivo.
Nos lanzamos al agua y una vez metí la cabeza bajo el agua el amor a primera vista surgió, antes mis ojos el gran reino del coral se extendía hasta el infinito y mas allá. Con todos los colores del arcoíris, las plataformas de coral de curiosas formas se diseminaban kilómetros.
Hubo un momento en el que perdí el contacto visual con Paco, tan alucinada estaba con el coral que no me había dado cuenta de que habían tenido que rescatarlo. La explicación de su agobio acuático fue derivada por el traje de neopreno, de una talla menos, le asfixiaba cada vez que nadaba dejándolo sin respiración. Este suceso le marcó, de forma que ya no quiso volver a realizar ninguna inmersión más.
Una vez de regreso del baño, el catamarán siguió su curso hasta llegar al barco donde dormiríamos esa noche.
Tras embarcar nos dirigimos a nuestro camarote, habíamos reservado una individual con baño privado. Se encontraba en la proa del barco. Todos a bordo y partimos rumbo a otra plataforma de coral. La mayoría de los viajeros que se encontraban en el barco realizaban submarinismo, yo seguí prefiriendo la superficie encontrándome en soledad durante mis largas horas de snórkel.
Algunas plataformas de coral de esta parte de la barrera asomaban incluso fuera del mar haciendo difícil la exploración de la zona ya que no quería ponerme de pie para no romper ninguna pieza de tan preciado tesoro marino y teniendo que “meter tripa” y aguantar la respiración para poder pasar algunos tramos.
En ese momento de silencio, me alejé de la plataforma para contemplarla desde la distancia, me sentí volar sobre el mar ya que bajo mis pies sólo se encontraba un vacío azul oscuro que me hacia intuir que la zona tenía una profundidad superior a 100 metros, una felicidad absoluta me embargó.
Con los últimos rayos de sol regresé al barco. Disfrutamos de un atardecer precioso en uno de los entornos más mágicos que existen en el mundo.
Tras la cena a base de hidratos de carbono, los submarinistas pudieron disfrutar de la última inmersión del día a la luz de la luna.
Provistos de linternas bajaron al corazón de la gran barrera de coral perdiéndose en las negras aguas. Mientras nosotros observábamos algunos reflejos lunares y la débil luz de sus linternas alejándose del barco.
Junto a la plataforma de subida y bajada del barco, uno de los guías alimentaba a todas las especies nocturnas que se acercaban en busca de algún trozo de pan duro.
Tras contemplar el pequeño hervidero de peces nos retiramos a nuestro camarote ya que un largo y duro día nos esperaba a la mañana siguiente.
Durante la noche el barco navegó hacia otra zona y con las primeras luces del día algunos ya estábamos en el agua. En esta ocasión si estuve acompañado de algunos compañeros más que habían declinado la inmersión en pro de la exploración con el Snórkel.
La siguiente plataforma de coral se situaba más lejos del barco que las anteriores y tuve que nadar un buen trayecto. En esta ocasión, encontré algo más que coral: bandadas de peces casi me rodeaban. Exploré la zona todo el tiempo del que dispuse y regresé al barco.
La marea agitaba el barco que se balanceaba con demasiada fuerza, resultándome muy difícil subir a él y peligrando en un momento mi cabeza cuando la plataforma de subida estuvo a punto de impactar sobre mí.
Una vez arriba Paco me contó que durante mi excursión “no había estado sola” parece ser que una aleta de tiburón anduvo cerca de mí a distancia poco prudencial. Paco alarmado fue corriendo a avisar a la tripulante que nos vigilaba, estuvieron observándolo y parece ser que se alejó de mí sin catarme. También me mostró la imagen de una tortuga verde que había salido a la superficie.
El barco volvió a emprender la navegación y llegamos al punto de encuentro del día anterior donde nos subimos al catamarán que nos llevó de vuelta a tierra en unos 90 minutos.
Mientras nos alejábamos sólo podía pensar que dos días no habían sido suficientes para disfrutar de la gran barrera de coral australiana.
Al llegar al hotel lo primero que hice fue llamar a María para ver si en nuestra última mañana libre en Cairns podía conseguirnos alguna excursión que sobrevolara la barrera en un último intento de contemplarla desde el aire y despedirme de ella. Con tan poca antelación, nos encontramos con todo reservado. La próxima vez será…
Si queréis más información sobre la Gran barrera de coral en Australia podéis consultar su página oficial.
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Tiene que ser realmente increíble. Yo soy más bien de secano pero el par de veces que he hecho snorkel me ha encantado, especialmente en Belice. Si alguna vez viajo a Australia, no me lo pierdo!
ResponderEliminarUn abrazo
Quizás en tu caso, los dos días hubieran sido demasiado. Mira Paco solo se metió en el agua una vez, yo no salí, me faltan las branquias :) Belice.....destinazo que tengo en mente junto con Guatemala. Tengo que esperar a que Helia aguante el tute de templos y selva pero en breve iremos, esta arriba del todo del listado junto con Chile e Isla de Pascua. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.
EliminarHa de ser precioso!! pero yo y los barcos...buff xD
ResponderEliminarEso si, creo que es mejor que lo del tiburón lo supieras después jajaja al menos tu estabas tranquila!
Desde luego Vero!!! Si lo llego a saber antes seguro que hubiéramos tenido un encontronazo. Un abrazo
EliminarLa inmersión en la Gran Barrera de Coral es una experiencia inolvidable. Para nosotros, sólo por haber vivido esto, ya mereció la pena el esfuerzo de aguantar tantas horas de vuelo.
ResponderEliminar¡Un saludo! :)
No puedo estar mas de acuerdo contigo Víctor! Solo por la inmersión en la Barrera merece la pena la brutalidad de horas de avión. La gran suerte de Australia es que no solo tiene la Barrera y todo todo merece la pena. Un abrazo chicos
EliminarVero ¿en qué fecha fuisteis? Ya te iré preguntando cosas, que yo voy el próximo verano
ResponderEliminarHola Myriam! Fuimos en la segunda quincena del mes de octubre ;)
EliminarQue envidia me das!!! Saludos