Con nombre de película de catástrofe pronosticada por los mayas, el fin del mundo o Worlds End es un impresionante acantilado ubicado en el Parque Nacional de las llanuras de Horton. Con ese nombre ¿Quién se resiste a no visitarlo durante un viaje por Sri Lanka? Un lugar que sin duda, hace honor a su grandioso nombre.
El acantilado del fin del mundo se sitúa a 32 km de la famosa población Nuwara Eliya. Perteneciente al Parque Nacional de las Llanuras de Horton, el enclave no sólo tiene una gran biodiversidad de fauna, sino pastos, montañas y verdes bosques.
Las principales atracciones con las que se pueden disfrutar en este parque son por un lado intentar ver al famoso y esquivo ciervo Sambar y por otro lado, visitar el Worlds End.
Aparte del famoso acantilado, también son imprescindibles en la ruta el “Mini Worlds End” situado a poco más de un km de este y las bonitas cascadas Baker que cuentan con una caída de 20 metros de alto.
Acompañados por nuestro guía hasta la entrada del parque, nos encaminamos a conocer a nuestro guía local, un señor mayor que rondaba ya las siete décadas. Nos mostró la ruta que íbamos a realizar sobre el mapa del parque, 9 Km de ida y vuelta que se podían cubrir en un tiempo aproximado de 3 horas y con un nivel “Easy”.
Y es aquí cuando nosotros hacemos nuestras cuentas personales….si en el mapa pone 3 horas…le añadimos el extra por calor…más una pizca de falta de entrenamiento que dan como resultado un mínimo de 6 horas.
Teniendo en mente la ruta, comenzamos a caminar por el sendero señalizado entre pastos y riachuelos hasta que nos adentramos en el bosque.
Andando en silencio, estábamos atentos a todas las hojas que se movían por si la estrella de Horton se dejaba ver, aunque el ciervo Sambar nos esquivó durante todo el tiempo. No obstante, verdes iguanas estaban pendientes de aquellos extranjeros que a paso de tortuga iban recorriendo el sendero.
Llegamos a la parte realmente dura de la caminata, un antiguo cauce de río repleto de cantos rodados ideales para provocar esguinces, con mucho cuidado afrontamos la bajada obteniendo como premio llegar al Mini Worlds End, un mirador a mitad de camino que nos regaló la despejada visión de montañas desde nuestros más de 270 metros de altura.
Con esas vistas, realizamos un pequeño picnic reponiendo líquidos antes de continuar al grandioso Worlds End. Esta segunda parte de la ruta resulto más fácil de realizar aunque sin tener tanto aliciente como la otra.
Una vez llegamos al Fin del Mundo nos dimos de bruces con una perspectiva que no esperábamos: una intensa niebla no nos dejaba verlo y cubría los 870 metros de fondo. Una auténtica pena que nuestro esfuerzo no fuera recompensado.
Para el regreso teníamos dos opciones, ir hasta las Baker´s Fall y caminar por las montañas hasta la entrada del parque siendo una ruta más angosta y larga o regresar por donde habíamos venido. Nuria y Joan decidieron optar por la opción larga y nosotros por la corta acompañados de nuestro ágil guía.
Si bajar el cauce del río fue duro, subirlo entre los gigantescos cantos rodados no fue mucho más fácil.
Poco a poco íbamos descontando los metros que quedaban hasta llegar. Poco antes de la entrada del parque nos encontramos de nuevo con Nuria y Joan que habían cubierto en el mismo tiempo que nosotros, el camino largo. Cinco horas habían transcurrido desde que habíamos cruzado la entrada del Parque de Horton, encontrándonos como si nos hubieran tirado varios cubos de agua sobre las camisas. Mientras, nuestro guía mayor ni se había inmutado por la caminata. Se despidió de nosotros y a pasos increíblemente largos lo perdimos de la vista en cuestión de segundos.
Aunque no pudimos disfrutar del Worlds End ni de los ciervos Sambar, sólo por las vistas desde el Mini Worlds End, la caminata había merecido la pena.
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El acantilado del fin del mundo se sitúa a 32 km de la famosa población Nuwara Eliya. Perteneciente al Parque Nacional de las Llanuras de Horton, el enclave no sólo tiene una gran biodiversidad de fauna, sino pastos, montañas y verdes bosques.
Las principales atracciones con las que se pueden disfrutar en este parque son por un lado intentar ver al famoso y esquivo ciervo Sambar y por otro lado, visitar el Worlds End.
Aparte del famoso acantilado, también son imprescindibles en la ruta el “Mini Worlds End” situado a poco más de un km de este y las bonitas cascadas Baker que cuentan con una caída de 20 metros de alto.
RUMBO AL FIN DEL MUNDO
Acompañados por nuestro guía hasta la entrada del parque, nos encaminamos a conocer a nuestro guía local, un señor mayor que rondaba ya las siete décadas. Nos mostró la ruta que íbamos a realizar sobre el mapa del parque, 9 Km de ida y vuelta que se podían cubrir en un tiempo aproximado de 3 horas y con un nivel “Easy”.
Y es aquí cuando nosotros hacemos nuestras cuentas personales….si en el mapa pone 3 horas…le añadimos el extra por calor…más una pizca de falta de entrenamiento que dan como resultado un mínimo de 6 horas.
Teniendo en mente la ruta, comenzamos a caminar por el sendero señalizado entre pastos y riachuelos hasta que nos adentramos en el bosque.
Andando en silencio, estábamos atentos a todas las hojas que se movían por si la estrella de Horton se dejaba ver, aunque el ciervo Sambar nos esquivó durante todo el tiempo. No obstante, verdes iguanas estaban pendientes de aquellos extranjeros que a paso de tortuga iban recorriendo el sendero.
Llegamos a la parte realmente dura de la caminata, un antiguo cauce de río repleto de cantos rodados ideales para provocar esguinces, con mucho cuidado afrontamos la bajada obteniendo como premio llegar al Mini Worlds End, un mirador a mitad de camino que nos regaló la despejada visión de montañas desde nuestros más de 270 metros de altura.
Con esas vistas, realizamos un pequeño picnic reponiendo líquidos antes de continuar al grandioso Worlds End. Esta segunda parte de la ruta resulto más fácil de realizar aunque sin tener tanto aliciente como la otra.
Una vez llegamos al Fin del Mundo nos dimos de bruces con una perspectiva que no esperábamos: una intensa niebla no nos dejaba verlo y cubría los 870 metros de fondo. Una auténtica pena que nuestro esfuerzo no fuera recompensado.
Para el regreso teníamos dos opciones, ir hasta las Baker´s Fall y caminar por las montañas hasta la entrada del parque siendo una ruta más angosta y larga o regresar por donde habíamos venido. Nuria y Joan decidieron optar por la opción larga y nosotros por la corta acompañados de nuestro ágil guía.
Si bajar el cauce del río fue duro, subirlo entre los gigantescos cantos rodados no fue mucho más fácil.
Poco a poco íbamos descontando los metros que quedaban hasta llegar. Poco antes de la entrada del parque nos encontramos de nuevo con Nuria y Joan que habían cubierto en el mismo tiempo que nosotros, el camino largo. Cinco horas habían transcurrido desde que habíamos cruzado la entrada del Parque de Horton, encontrándonos como si nos hubieran tirado varios cubos de agua sobre las camisas. Mientras, nuestro guía mayor ni se había inmutado por la caminata. Se despidió de nosotros y a pasos increíblemente largos lo perdimos de la vista en cuestión de segundos.
Aunque no pudimos disfrutar del Worlds End ni de los ciervos Sambar, sólo por las vistas desde el Mini Worlds End, la caminata había merecido la pena.
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Es un lugar espectacular. Nosotros madrugamos mucho porque a media mañana es cuando cae la niebla. Llegábamos a las puertas del parque casi de noche y con un frío que pelaba, pero mereció la pena el esfuerzo porque el abismo se abrió ante nosotros.
ResponderEliminarLos ciervos nos saludaron antes de entrar al parque pero ya no volvieron a hacer acto de presencia.
Muy bonito el post.
Besos
No sabes que envidia me acabas de dar cuando he leído que visteis ciervos!! Nosotros ni uno! Mucho andar para cero ciervos y cero abismo...quedo a la espera de tu relato con las fotos del Fin del Mundo que yo me tuve que conformar con el mini ;) Saludos y gracias por pasarte por aquí.
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